viernes, 19 de octubre de 2012

LO QUE CREES, ES





Saludos cordiales,





LO QUE CREES, ES


Un amigo me ha comentado recientemente la lección que le dio un yonqui cuando le dijo: …"Puedes llegar a ser lo que quieras, siempre que lo quieras de verdad". Efectivamente, si nos enfocamos en creer que lo malo sucederá y que nunca llegaremos a nuestras metas, estamos ya en el camino de lograrlo. Por el contrario, cuando la creencia en que sucederá lo que anhelamos es tan fuerte que no cabe la duda, sucede sin remedio.

La intuición es la mejor forma de conocimiento. Es una herramienta sutil que no se adecua a los parámetros de la razón pero que pega fuerte en el corazón para hacernos evidente lo que de otro modo no se nos revela.
Si hemos de hacer caso a algo es precisamente a esta forma de saber. Uno tiene "una corazonada" y esa es la que más tarde sucede.

No todos tenemos el mismo fino sentido intuitivo pero también es algo que puede desarrollarse y mejorarse. Si cuando recibimos esa voz interior que pugna con fuerza por ser creída, le hacemos caso, la creencia en ella se reforzará y el sentido intuitivo comenzará a aflorar con frecuencia hasta que se haga habitual como medio de discernimiento. Si por el contrario, la obviamos o incluso la rechazamos, la magia intuitiva se esfumará por parecer inútil al ser innecesaria.

Creer es crear. Cuando estamos tan seguros que algo sucederá, aunque en el momento que lo pensemos parezca imposible, sucede. No hay que poner tiempos al suceso; al contario, hemos de dejar fluir la vida y en su maravilloso tránsito descubrir que los parámetros se alinean a nuestro favor, entonces cuando dejamos de resistirnos a que pase, ocurre.

Pensar excesivamente en lo que anhelamos, a veces lo ahuyenta. El deseo tiene que ir ligado a la creencia absoluta, a la fe inconmensurable de que es algo que nos pertenece y que merecemos. Agradecerlo de antemano como si hubiese sucedido y dejarlo reposar, es el paso siguiente que no podemos evitar. El universo siempre responde. No es necesario estar llamando su atención en todos los momentos. Sabe cuándo la petición nace del corazón y sobre todo conoce la pureza con la que hemos sentido la necesidad de que suceda.

El resto, no depende ya de nosotros, sino de la fuerza generatriz original que siempre nos envuelve para protegernos.
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